Odnośniki
|
[ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ] a vuestros amiguitos, o a cualquier cosa que haga posible mi captura, esta pina irá directamente hacia arriba. Latimer se levantó, penosamente. ¿Nuestros amiguitos...? dijo confuso. Su mirada se aclaró . Oh, el resto de la tripulación y oficiales. No, no les llamaremos. Tradujo esto a su amo. Falkayn permaneció impasible; pero una excitación nueva hervía en su interior. La reacción inicial de Latimer confirmaba lo que ya había comenzado a parecer probable, después de que nadie oyera todo el alboroto y hubiese venido a investigar, o por lo menos llamado por el comunicador interior. Gahood y Latimer estaban solos. No sólo las otras naves; la nave insignia también estaba automatizada. ¡Pero aquello era imposible! Quizá no. Supongamos que Dathyna o por lo menos el señorío de Neshketh de Gahood sufriese un agudo problema de «mano de obra». Ahora bien, los shenna no esperaban que alguien procedente de la Liga estuviese en Beta Crucis. No tenían razones para pensar que Serendipity había sido descubierta. Suponiendo que una expedición rival apareciese, sería tan pequeña que unos robots podrían deshacerse de ella sin problemas. (Serendipity debía haber informado de este rasgo de la sociedad técnica, su escasa predisposición a gastar grandes sumas sin una exploración previa. Y, por supuesto, así era. Ninguna nave de la Liga, excepto Muddlin Through, estaba en absoluto cerca de la estrella azul.) Antes que soportar el tedioso asunto de reunir un séquito apropiado sólo para retrasarse innecesariamente, según todas las probabilidades , Gahood había tomado consigo todos los robots a sus órdenes. Se había marchado sin otra compañía viviente que el hombre-perro que le había llevado la noticia. ¿Qué tipo de civilización era ésta tan pobre en personal especializado, tan descuidada en cuanto a lo necesario para un estudio científico del nuevo planeta y, sin embargo, tan rica y manirrota en máquinas? Gahood derribó la barrera. Probablemente había sido levantada por los robots, no por él, pero nadie vino en respuesta al terremoto de su caída, y el que estaba en la cámara permaneció inmóvil. Falkayn siguió a sus prisioneros en el mismo silencio fantasmagórico a través de la antecámara, descendiendo en el ascensor y por el pasillo hasta la compuerta. Allí los otros se detuvieron, reluciendo con desafío. El Hermético había tenido tiempo para forjar un plan. Ahora dijo me gustaría llevaros a los dos de rehenes, pero mi vehículo es demasiado pequeño y no me arriesgaré a todas las oportunidades que tendría Gahood si viniese él. Vendrá usted, Latimer. ¡No! el hombre estaba asustado. Sí. Quiero tener la seguridad de no ser atacado en el camino de vuelta a mi flota. ¿No lo entiende? Mi información..., lo que yo sé..., lo que usted podría saber por medio mío... Tendrá que sacrificarme... Ya he pensado en eso. No creo que esté ansioso por vaporizarle. Usted es valioso para él, y no sólo como intérprete. En otro caso, no estaría usted aquí. Y tenías fama en el Sistema Solar de ser un cosmonauta extraordinariamente bueno, Hugh Latimer. Y en este momento, aunque espero que él no sepa que y o lo sé, eres justamente la mitad de su grupo. Sin ti, por muy buenos que sean sus robots, tendría grandes problemas. Podría volver a casa, de acuerdo; pero ¿se atrevería a hacer algo más, mientras exista la posibilidad de que yo no haya mentido sobre la existencia de una armada guardándome las espaldas? Además ¿quién sabe? puede que haya cierto tipo de afecto entre vosotros dos. No atacará una nave con usted a bordo si puede evitarlo, ¿correcto? Bien, ya está usted con el traje espacial. Venga conmigo hasta mi nave. Le dejaré allí. Su radar le confirmará que así lo hago y podrá recogerle en el espacio. Si no le localiza a usted separándose de mi deslizador, un poco antes de llegar a mi nave, entonces puede abrir fuego. Latimer vaciló. ¡Rápido! ladró Falkayn . Traduzca y deme su decisión. Mi dedo se está cansando. La verdad era que quería mantener a los dos en constante inquietud y no dejarles tiempo para pensar. El intercambio fue breve, bajo su incesante apresuramiento. Muy bien cedió hoscamente Latimer . Pero yo conservaré mi pistola. Y yo nuestro pacto de suicidio mutuo. Es bastante justo. Salgamos. [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ] |
|||
Sitedesign by AltusUmbrae. |