Odnośniki
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[ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ] instrumentos. Se quedó dormido antes de que se le pudiera ocurrir preguntarse por qué debía preocuparse por ello. Puesto que no se necesitaba ningún refugio para la noche, desembarcaron todos tan pronto como las naves auxiliares pudieron transbordarlos al planeta. Las multitudes se esparcieron sobre el amistoso suelo y se les dejó descansar en él, estilo picnic, hasta que la colonia pudiera ser organizada. Al principio comieron los alimentos bajados de la nave, pero Lazarus siguió en buena salud, haciendo que la regla de no correr riesgos con los alimentos naturales nativos se relajara rápidamente. Pronto todos estuvieron comiendo de la ilimitada largueza ofrecida por las plantas, utilizando los alimentos de la nave tan sólo para variar su dieta. Varios días después de que el último de ellos se hubiera posado en el planeta, Lazarus estaba explorando solo a una cierta distancia del campo. Se encontró con un representante de la Pequeña Gente; el nativo lo saludó con el mismo afecto que todos parecían demostrar hacia ellos, y condujo a Lazarus hasta un bosquecillo de árboles de poca altura bastante alejado de la base. Le indicó a Lazarus que comiera lo que deseara. Lazarus no se sentía particularmente hambriento, pero se sintió impelido por tanta amabilidad, de modo que arrancó un poco y comió. Casi estuvo a punto de atragantarse por la sorpresa. ¡Puré de patatas y salsa de carne! -...¿no lo hemos hecho bien?... - le llegó un ansioso pensamiento. - Amiguito - dijo Lazarus solemnemente -, no sé lo que habíais planeado hacer, ¡pero esto es simplemente estupendo! Una cálida oleada de placer invadió su mente. -...prueba el siguiente árbol... Lazarus lo hizo, con una cautelosa ansiedad. Pan moreno recién horneado y suave mantequilla parecían ser la combinación, con un cierto toque a helado flotando indefinidamente en algún lugar. Se sintió todavía más sorprendido cuando el tercer árbol le proporcionó un fuerte sabor a la carne asada con carbón vegetal acompañada con setas propias de sus antepasados. -...hemos utilizado las imágenes de vuestros pensamientos casi enteramente... - explicó su compañero - ...son mucho más fuertes que los de vuestras esposas... Lazarus no se molestó en explicarle que él no estaba casado. La pequeña persona añadió; -...aún no hemos tenido tiempo de simular la apariencia y color que nos indicaban vuestros pensamientos... ¿os importa mucho?... Lazarus le aseguró gravemente que importaba muy poco. Cuando regresó a la base, tuvo considerables dificultades para convencer a los demás de lo serio de su informe. Uno de los que más se beneficiaron de la maravillosa cualidad de aquella tierra de promisión que era su nuevo hogar fue Slayton Ford. Se había despertado de su sueño a bajas temperaturas aparentemente recobrado de su crisis excepto en un aspecto: no poseía ningún recuerdo de lo que había experimentado en el templo de Kreel. Ralph Schultz consideró que aquello era un saludable reajuste a una experiencia intolerable y le dio de alta como paciente. Ford parecía más joven y más feliz de lo que era antes de su crisis. Ya no mantenía ninguna oficina formal entre los Miembros - puesto que evidentemente no existía casi gobierno de ninguna clase; las Familias vivían en una alegre y fácil anarquía en su extraordinario planeta -, pero todos seguían dirigiéndose a él por su título y continuaba siendo tratado como uno de los viejos, uno de aquellos cuyo consejo era escuchado, cuyo juicio era tenido en cuenta, como ocurría con Zaccur Barstow, Lazarus, el capitán King y otros. Las Familias prestaban muy poca atención a la edad del calendario, amigos íntimos podían diferir en edad en más de un siglo. Durante años se habían beneficiado de su sabia administración; ahora seguían tratándolo como un viejo hombre de Estado, pese a que dos tercios de ellos eran más viejos que él. El interminable picnic se alargó durante semanas, meses. Tras el prolongado encierro en la nave, durmiendo o trabajando, la tentación de tomarse unas largas vacaciones era demasiado fuerte como para resistirse a ella, y no había nada que lo prohibiera. Alimentos en abundancia, listos para comer y fáciles de obtener, crecían casi por todas partes; el agua en los numerosos riachuelos era clara y potable. En cuanto a las ropas, disponían de ellas en abundancia si deseaban vestirse, pero su necesidad era más estética que utilitaria; el clima elíseo hacía que el vestirse para protegerse fuera algo tan estúpido como los trajes espaciales para nadar. Aquellos que preferían ir vestidos iban vestidos; pero para la mayoría eran suficientes los brazaletes y collares y flores en el pelo, que no molestaban demasiado si uno deseaba darse un chapuzón en el mar. Lazarus siguió aferrado a su kilt. La cultura y grado de ilustración de la Pequeña Gente era algo difícil de comprender al primer momento, debido a que sus caminos eran sutiles; puesto que carecían de signos externos, en términos terrestres, de logros científicos importantes: ni grandes edificios, ni complejas máquinas de transporte mecánico, ni enormes plantas de energía, era fácil confundirlos con hijos de la Madre Naturaleza, viviendo en un Jardín del Edén. Sólo una octava parte de un iceberg se asoma por encima del agua. Su conocimiento de las ciencias físicas no era inferior al de los colonos; era increíblemente superior. Examinaron las naves auxiliares con un educado interés, pero confundieron a sus guías preguntándoles por qué las cosas estaban hechas cíe esta forma en vez de estar hechas de esa otra... y la forma que sugerían probaba invariablemente ser mucho más simple y más eficiente que la técnica terrestre... cuando los asombrados técnicos humanos conseguían comprender lo que estaban apuntando... La Pequeña Gente comprendían la maquinaria y todo lo que la maquinaria implica, pero simplemente hacían muy poco uso de ella. Obviamente no la necesitaban para comunicarse, y tenían muy poca necesidad de ella para transportarse (aunque la completa razón de eso no era evidente al primer momento), y tenían muy poca necesidad de maquinaria para cualquiera de sus actividades. Pero cuando necesitaban específicamente algún utensilio mecánico eran completamente capaces de inventarlo, construirlo, usarlo inmediatamente, y destruirlo luego, realizando todo el proceso con una fácil cooperación y unos medios totalmente desconocidos para los hombres. Pero la biología era donde su preeminencia era más sorprendente. La Pequeña Gente eran maestros en la manipulación de las formas de vida. Desarrollar plantas en cuestión de días que produjeran frutos duplicando no sólo el sabor y el aroma sino también las cualidades nutritivas de los alimentos humanos no era un milagro para ellos, sino más bien una tarea rutinaria que cualquiera de sus biotécnicos podía realizar con los ojos cerrados. Lo llevaban a cabo más fácilmente que un horticultor terrestre hace los arreglos necesarios para conseguir una cierta tonalidad de color o una cierta forma en una flor. Pero sus métodos eran diferentes de aquellos utilizados por cualquier cultivador humano de plantas. Hay que decir en su honor que intentaron explicar sus métodos, pero sus explicaciones simplemente fueron incomprensibles. En nuestros términos ellos aseguraban que «pensaban» una planta con la forma y características que deseaban. [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ] |
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